Hoy no tenemos ganas de estar, tampoco tenemos ganas de vernos la cara ni de escucharnos, simplemente no queremos vernos la piel, no queremos saber que estamos allí.
Hoy no tenía ganas de escucharte ni menos dormir a tu lado, hoy solo tenía ganas de restregarme por toda la cama como los perros cuando están contentos, hoy solo quería un poco de silencio…
Hoy no tenía ganas de escuchar las mismas frases de siempre, en las que usualmente recuerdas algo que ya me lo mencionaste tres semanas atrás y que seguramente luego de esas tres semanas te olvidaste de lo que me dijiste y querías volverlo a contar.
Hoy no tenía ganas de estar por no decir — Hoy no tengo ganas de vivir — Digo esto.
Hoy no tenía ganas de trabajar frente a una cámara, frente a un teléfono haciendo videollamadas, honestamente no tenía ganas pero para no sufrir una densa ansiedad prefiero trabajar aunque no me agrade mis horarios (que desgraciadamente fui YO la que se puso esos horarios)
Hoy no tenía ganas de escribir, desde hace tiempo que no tengo ganas de escribir y no es tu culpa es mi desgano pero si queres escuchar que es tu culpa podes pensarlo, porque al fin y al cabo siempre pensas que es así.
Hoy no tenía ganas de discutir por el mero hecho que trato de hacer lo mejor de mí en un trabajo que me gusta pero que según tú no es lo mismo cuando escribía, no es tu trabajo, es el mío, necesito dinero para mis cosas y no vivir de otra persona como cuando eres un niño y debes depender de tus padres a menos que desde chico te impongan un trabajo… Al menos trato de rebuscarme.
Hoy no tenía ganas de estar encerrada, quería salir pero piensas que te desafío cuando lo unico que quiero es respirar aire fresco.
Hoy no tengo ganas de aguantarme que me hierve la sangre con deseos de apuñalar a alguien que no lo merece.
Hoy no quiero esto.
Hoy puede ser uno de esos días cualquiera.